lunes, 26 de diciembre de 2011

El sueño que me conduce a soñar.

"Desde que estoy en la casa, lugar extraño e íntimo, suceden acontecimientos singulares, o incluso habituales pero singulares en este lugar. He recuperado el sueño: no sé desde hacía cuánto no dormía, quízá desde hace generaciones. Pero ahora me sucede que me adormilo y sueño. En verdad, no creo que el mío sea sueño humano, destinado a colmar con cíclica mudanza mi cotidiano cansancio; es el sueño el que debe conducirme a soñar; y creo que he vuelto a dormir porque sin sueño no puedo soñar, y soñar es necesario, en la ciénaga. No hablaré ahora de mis sueños, sino que contaré otra singularidad. Cuando me dispongo a dormir, cuando estoy a las puertas de la somnolencia y del sueño, cae la noche. Es una noche instantánea, y carente de tarde o de crepúsculo: una noche que invade mi casa y oculta la ciénaga; pero esto me resulta claro: que la noche no llega de forma natural, sino sólo porque yo quiero dormir."
Fragmento de "La ciénaga definitiva" de Giorgio Manganelli.

2 comentarios:

Elisa dijo...

Esa ciénaga en la que alguna vez nos encontramos,puede ser más o menos profunda,pero siempre tan resbaladiza que nos impide salir con facilidad.

Nuestra alma se siente sucia,triste e impotente entre sus lodos.Los problemas nos impiden dormir.

Pero siempre existirá un lugar,unos recuerdos alegres,una persona...que nos devuelvan la ilusión y poco a poco iremos emergiendo y tranquilizándonos;entonces un sueño reparador nos envolverá suavemente.Será un sueño tranquilo cómo el de un bebé que sonríe dormido.Es un sueño que nos permitirá soñar cosas hermosas que nos ayudarán a salir definitivamente de nuestra desilusión,frustración...dolor.

No debemos vivir sin soñar,ya sea despiertos o dormidos.

Mara dijo...

Gracias por tomarte la molestia de comentar mis entradas y por tus interesantes consideraciones.

Un beso.
Mara.