jueves, 18 de febrero de 2010

Despedidas

En uno de los últimos libros que leí de Enrique Vila-Matas, me sobrecogió este párrafo que copio textualmente:
"Cada día nos despedimos de alguien a quien no veremos más. Como siempre estamos peligrosamente despidiéndonos, hay tardes en las que me despido de todo el mundo y, cuando me quedo solo, decido retardar mi regreso a casa para evitar que me ocurra lo de una amiga que se despidió y ya nunca la volvimos a ver. Voy entonces a lugares extraños y hablo con desconocidos y de todos luego me despido: "¡Adiós, señora O'Brian, ya no nos veremos más!". Son simples precauciones, vacunas para evitar que el vacío de cualquier desaparición, por ínfimo que sea, termine por agrandarse en cualquier momento, en la noche menos pensada."

Al hilo... miro hacia atrás, y pienso la cantidad de personas de las que un día me he despedido y no he vuelto a ver (sigo haciéndolo), y siento como si jirones de mi vida se fueran con alguna de ellas. Hay despedidas que nos producen un gran vacío, otras un vacío pequeñito y muchas sólo llegan a ser simples despedidas. No estaría mal probar la vacuna a la que se refiere el autor citado; y así evitar, que el vacío de cualquier desaparición pasada o futura termine por agrandarse la noche menos pensada.

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